CANTONCILLO Y DON QUIJOTE

Por Manuela Blas. Lic . en Turísmo
 

 

 

La declaración de Azul como Ciudad Cervantina en 2007 tuvo consecuencias menos
visibles pero más potentes que la colocación de la ciudad en una lista de lugares
destacados. Como una nueva quijotada, el festival sirvió para relanzar la cultura local, sus
espacios y su saberes hacer, y en este marco los molinos de viento del derrotismo y el
desprecio por lo local fueron los perjudicados.
Así, y como si la labor de Ronco no hubiera sido ya suficiente, el Cantoncillo de Santa Margarita fue uno de los lugares que empezó a ocupar un lugar entre los comentarios de los azuleños, a ser revisitado, así como a ser recomendado y fotografiado entre los visitantes. Decimos así porque tiene su origen en una iniciativa del Dr. Bartolomé Ronco y su esposa Doña María de las Nieves Giménez de Ronco, quienes dispusieron su construcción en terrenos que eran de su propiedad como homenaje a su hija Margarita fallecida a la edad de 15 años. Buscaron guardar su memoria en un rincón de la ciudad a ser disfrutado por los niños y a ser llenado con sus risas, eligiendo ese nombre por sentir que “Cantoncillo” fuera una palabra pronunciada por ellos en su ternura.

Inaugurado el 26 de marzo de 1944, se localiza en las intersecciones de calle De Paula y Bolívar, y en el arraigo del matrimonio a la ciudad, para su construcción fueron utilizados materiales que otrora habían formado parte de otros edificios locales. 

Por otro lado, el Festival Cervantino fue el marco que impulsó la construcción del Complejo Escultórico Don Quijote de la Mancha por parte del artista escultórico Carlos Ragazzoni en 2007, que representa a los personajes de la obra de Cervantes pero en travesía por la Pampa. Emplazado en la intersección de las Avenidas Catriel y Mitre, surge a partir de contactos personales comunes entre el artista y el Intendente Municipal, quien le comenta a aquel sobre la declaratoria de la ciudad por la UNESCO  y le sugiere una obra afín.

De esta manera, una parte del grupo escultórico se inicia en los galpones de Regazzoni en la Capital Federal, para luego ser continuado en lo que fuera el antiguo corralón municipal de Azul. Estas figuras están hechas con partes de autos, motos, colectivos, camas; y toda clase de elementos que este artista fue encontrando, al tiempo que no existieron bocetos o dibujos a seguir, como parte de su metodología de trabajo, inspirada por el espacio a ocupar. Yo la siento antes de que esté hecha, supo decir. 

Entusiasmado por el recibimiento y acogida de la obra inicial, Regazzoni imaginó toda suerte de proyectos, teniendo siempre a la Boca de las Sierras como escenario ideal para su obra. De esta forma, con el auspicio primero de un grupo empresario y de profesionales y en segunda instancia del Municipio,emprendió la realización de El Malón, que recrea la lucha entre las milicias y nativos de la zona y que, aunque inconclusa, puede ser disfrutada por los visitantes del Parador.